Tarde placentera
A vista del búho de grandes ojos,
bajo el pino donde él descansa,
tengo ante mí la línea divisoria
entre la vida y la muerte.
Esa línea de asfalto y quita-miedos,
esa línea trágica
que no distingue sentimientos,
amenaza día tras día,
repartiendo números de lotería.
Desde media altura de la Loma Badá
entre roquedos y escasos pinos
saboreo la gran diferencia:
entre el olor a tomillo y romero
que me rodea
y la del brillante asfalto
y humo grasiento de la carretera.
El esparto se balancea
con esta brisa de primavera,
impregnándome del aroma,
que me ofrece el cantueso de la Loma.
Sólo el zumbido de coches y camiones
poseedores de números
de la línea divisoria
rompe el encanto
de ésta, casi perfecta, tarde placentera.
ELDA 25 de Abril de 2016
Jesús Gandía Núñez
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