La cigarra y las cabras
Tengo su sonido en el cerebro
y me lo ha recalentado;
no encuentro respuesta
a las preguntas que me hago.
¿Necesito agua fresca
que despierte mis ideas?
¿necesito aire puro
que oxigene mis penas?
Calla cigarra calla,
que la tarde es larga
y tu sonido hace más grande mi llaga.
Ya sé que hacer ruido
es tu puntual cometido
pero no seas cruel conmigo
que el calor es suficiente condena.
Sólo pido que descanses
para afinar tus cuerdas
no sea que se calienten
con esta tarde extrema.
Entre sudor y reproches
tengo una tarde amarga;
se han comido las cabras
de mis árboles los más tiernos brotes.
Lástima de esfuerzo y trabajo,
de riego y mimos todo el año,
para que un pastor inhumano
deje a sus cabras pastar sin cuidado.
No siento tanto el calor que aguanto
sino el desasosiego que me han dado,
en esta triste tarde veraniega,
las cabras y la pesada cigarra.
Hastío de cálido verano,
calina que no perdona;
sigue cascando la cigarra
cuando la tarde me abandona.
Santa Eulalia 20 de Julio de 2016
Jesús Gandía Núñez
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