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Torbellino navideño
Un rayo luminoso entró por la ventana,
unas risas y unos gritos se disparaban
y unos ojitos brillantes me miraban
interrogándome sin palabras.
Han sido tus abrazos
sedante de mis males;
han sido tus besos
ungüento milagroso.
Pero ahora que ya no te tengo
y vuelve el dolor a mi cuerpo,
no tendré más remedio,
que conformarme con tu recuerdo.
Todavía resuenan tus gritos,
las paredes repiten el eco,
y yo entornando mis ojos... sueño,
que sigues aquí dentro.
Elda 29 de diciembre de 2017- Jesús Gandía Núñez