A la Virgen de la Consolación
En un rincón de la mancha
oculto por pequeños cerros
y rodeado de viñedos y campos de labranza,
se encuentra Montealegre del Castillo.
Hace años y sobre una retama,
en lo que ahora es su Santuario,
se apareció la Virgen a Jamet
pastor moro y esclavo.
Le encargó que trasmitiera al pueblo su mensaje:
"que ofrecería consuelo a todo el que lo necesitara",
dejando de su presencia constancia
con una resplandeciente talla.
Y para que a Jamet lo creyera el pueblo
lo liberó de sus grilletes de esclavo
y lo dotó de fluida oratoria.
El pueblo, al principio incrédulo,
se emocionó cuando Jamet ya liberado
les llevó hasta el lugar de la retama;
viendo con sus propios ojos
la belleza de aquella imagen sagrada.
Así, año tras año, los montealegrinos
han depositado en ella su confianza,
pidiéndole consuelo para sus penas,
rogándole por la familia y sus cosechas.
Es la Virgen de la Consolación
el ángel de la guarda de ésta población;
que desde entonces, la adora con veneración,
y construyó sobre la retama su magnífica morada.
Cuando llega el 14 de Agosto
todo el pueblo en ferviente romería,
se traslada al Santuario.
Donde visten y adornan a la Señora
con flores y su manto más preciado.
Cargando hasta la Iglesia, en andas,
a la Santísima Virgen de la Consolación,
para que participe y presida
su fiesta más entrañable y querida.
Esa Virgen generosa
a la que llenos de congoja,
todo el pueblo devociona;
sabe con su intensa mirada
dar consuelo a las personas.
Tan sólo con su presencia,
a los desamparados reconforta,
y agradecida con sus oraciones y cantos
sus peticiones atiende y escucha.
Y el día 7 u 8 de Septiembre,
con esmerado respeto y agrado,
regresarán a la Virgen al Santuario;
hasta que de nuevo el siguiente año
se repita este evento sagrado.
Elda 8 de Junio de 2016
Jesús Gandía Núñez
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