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DOLOR INVISIBLE
Comprensión y
pena por los enfermos
que perdieron la
memoria,
y por esa
situación irreversible
retornando a la
feliz infancia.
Por su gradual
deterioro
hasta el
razonamiento más primario,
al que solo le
pone freno
el temor que les
impone el desconocimiento.
La víctima no
suele ser el enfermo que más sufre,
porque se
precipita a un acantilado de vértigo,
sino, el cuidador
o su cuidadora
que se ve
impotente para detener esa avalancha.
Aún sabiéndolo,
dedican todo su
tiempo
en cubrir sus
deficiencias,
descuidando
obligaciones con su persona.
Son víctimas
invisibles que galopan,
a lomos de una
desesperada carrera,
hacia una
frustrante innopia.
Xábia 5 noviembre
2022
Jesús Gandía
Núñez
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