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Ajenos al destino
Se mueven las palmeras
con la fuerza del viento.
Los abuelos se refugian,
tras el muro blanco de piedra.
Hablan sin parar pero sin prisas,
relatan historias bellas.
Mientras, el implacable reloj del tiempo,
marca el destino que les espera.
Pasan las nubes ligeras
bajo un cielo azul de primavera.
Pero hay quien hoy sufre una pena,
por que faltó alguien de su sangre.
El sol luce ajeno a acontecimientos.
Y el destino no contempla clemencias.
Los abuelos despacito se marchan.
Inconscientes de que al reloj...
le queda poca cuerda.
El da 23 de Marzo de 2016
Jesús Gandía Núñez
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