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EL TRINITARIO (I)
Esta tarde, casi de primavera, soleada y resplandeciente en lugar de pasearme por el pinar del Trinitario, me he atrevido a subir a su Peñón vigilante.
Se ha comportado como modelo profesional, lástima que la pintura se me de tan mal, por que el modelo ha estado toda la tarde quieto, no sé si me seguiría de reojo, pero lo he podido
fotografiar desde todos los ángulos y distancias y ni la menor queja ni enojo.
Se ha puesto dura la trepada, hasta que me he encaramado en su balconada, pero despacio
y disfrutando de sus perfiles agudos y de sus formas raras, he ido acariciando sus arcaicas rocas hasta recorrer su contorno.
Sólo he encontrado los restos de un erizo que a pesar de estar muerto siguen sus
espinas protegiendo su cuerpo.
Las únicas flores que lucían eran las de cardo y de tomillo y escasas en el recorrido.
Las esparragueras medio secas y el único superviviente de esta larga sequía es el esparto espléndido.
Tardes reflexivas en tan buena compañía como el sol que a ésta hora ya declina, algún
pajarillo que en su canto se esfuerza y tú Trinitario amigo que en ésta cita eres el protagonista.
4 de Marzo de 2016
Jesús Gandía Núñez
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