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Irati alucinógena
Habría sido un triste verano
dado todo lo ocurrido.
Podría estar girando
alrededor de un infierno enrojecido
seguramente quemado de tanto hastío.
Probablemente se han juntado
todos los malos espíritus
sobre mi aura veraniega.
Pero he tenido en las manos
una bendita y lozana sonrisa
que ha convertido mi desánimo
en múltiples carantoñas y abrazos.
Podía haber sido un verano sin sal ni pimienta
con tanta circunstancia adversa.
Pero el suave tacto de la piel de mi nieta
ha podido con la desesperación que me apremia.
Las caricias, los besos y su sonrisa
han sido la mejor medicina.
¿Que habría sido de mí de no ser por esos ojos azules,
que cada vez que los miro se iluminan?
Voy a proponer la sonrisa de Irati
para quitar dolores y penas.
Y para hacer una visita a la gloria
sólo hay que rozar su piel de canela.
San Juan 22 de Agosto de 2017
Jesús Gandía Núñez