Chuspamontes,CEEmontes

jueves, 10 de agosto de 2017

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Fueron mis primeras vacaciones.
En una niñez donde vivíamos
con infinidad de privaciones
y escasez de primarios alimentos
que aportaban nuestros padres
suprimiéndolos de su sustento.

Es una página de mi niñez
que quedó abierta aquel verano del 56.
En mi colegio de Damas Apostólicas
fui seleccionado para ir a una colonia,
que ahora se le llama stag
y que no le falta a ninguno de nuestros nietos.

Begas, se llamaba el pueblo
al que el viaje nos pareció lejano.
Sé que fueron días de ensueño
a pleno aire libre, entre pinadas,
como nunca hubiéramos imaginado
niños de recursos tan escasos.

Y lo único que recuerdo
después de pasados 60 años
son dos detalles carismáticos:
un barquito que regalé a mis padres
que hice con un trozo de corteza tallado;
y el deseo durante muchos años
de volver a aquel lugar mágico.

Hoy por fin cumplí mi deseo.
Preguntando por el pueblo
llegué a mi primer veraneo.
Lo encontré enorme y remozado
luciendo todavía vestigios del pasado.

Cerré una deuda que tenía
de aquella niñez precaria
de la que sobresalía
aquel espléndido verano.

He recorrido el pueblo,
que ahora se llama Begues,
y al llegar a su emblemático Muro,
lugar sobre un cerro recortado
he descubierto un mundo mágico.

El recogimiento y el silencio,
el suave canto de los armónicos alados
el extenso y llano paisaje hasta el Mediterráneo
la exuberante vegetación sobre el rojo roquedo
y un joven encaramado al pie del acantilado,
haciendo ejercicios orientales y pausados.
Han sido un marco de lujo supremo,
para cerrar esa página de mi recuerdo,
en este singular mirador de paz y de silencio.

Vallirana 6 de Agosto de 2017
Jesús Gandía Núñez

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