A dos aguas
Tengo en dos amores dividido mi cuerpo.
En la fantasía del mar
y en las montañas de tierra adentro.
Me fascinan las historias
de bajeles de piratas y veleros
y sus terribles desencuentros.
Me enamoran las montañas
y sus serpenteantes senderos.
Escucho todavía en las bodegas de los puertos,
bravatas exageradas de los marineros.
Y los montañeros cuentan
que rozaron la muerte
en las afiladas aristas que subieron.
Tengo dividido mi pensamiento.
Ni sé si buscar las bellas sirenas
que cuentan en los puertos,
o si subir a la montaña
que rechazó mi primer intento.
Mejor me pierdo en el desierto.
Y así dejo de escuchar cada día
ilusiones baldías, mentiras y cuentos.
Tengo mi alma dividida en dos pueblos.
Uno que vive sumido en un sueño
y el otro que a la fuerza
quiere interrumpirlo para no perderlo.
No puedo seguir oyendo
a unos y a otros con tanto odio e improperios.
Con esta sociedad partida
yo me perderé mar adentro
o en la incertidumbre del desierto,
donde las olas o las suaves dunas,
den sosiego y reposo a mi cuerpo.
¡No deseo ser mudo testigo
del triste y negro futuro
que nos auguran ciegos y tuertos!
ELDA 30 septiembre de 2017
Jesús Gandia Nuñez
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