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viernes, 4 de mayo de 2018

Alérgias primaverales

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Alergias primaverales

Llegó, a nuestra estación de Elda,
el tren de la primavera
cargado con largos vagones de alergias.
A mí en particular me afectan los aromas;
me alteran la pituitaria y la escritura.
Cuando paso, al medio día, por los restaurantes
huelo versos de mi amigo Carlos Gutiérrez;
parece que los fogones en lugar de comida
cuezan poemas con rimas.

Por el monte se me amontonan rimando
 el aroma a rabo gato y el tomillo,
los sonetos que componen
la hierbabuena y el cantueso;
incluso la salvia y la manzanilla
me producen portentosas rimas.

Claro que lo que peor llevo
es la alergia a las esquinas.
Esas esquinas líricas,
cuyo orín levanta a un muerto,
e inflama mis pulmones, mis arterias
y altera mi prosáico carisma
por los que pasean a los animales.

 Mi enfermedad no tiene medicina
simplemente caminando
 por las calles de mi pueblo
siento los versos del taconeo,
o la putrefacta prosa de las zapatillas.

Tras los cristales de mi casa
 suceden cosas parecidas;
con la  lluvia y su tintineo
las macetas huelen divinas,
vamos, como si las cuidara Gloria Fuertes
y las regaran Benedetti y Rosalía,
cada flor en lugar de pétalos luce poemas.
Y mi alergia se agrava cada día.

En las ciudades sus autobuses y sus metros
son una contínua pesadilla.
Por que ¿quién denuncia esa química orgánica
entre perfumes, sobaquillo y tetillas?
Inseparables aromas que juntos riman cada día.


Difícil tengo el control de los aromas.
Cada primavera esta “ poetitis” crónica
se apodera de mi persona.
Tendré  que tomar uno o varios folios en blanco cada día
para ver si así se calma… esta ansia lírica mía.

Elda 4 de Mayo de 2018
Jesús Gandía Núñez

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