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Éxtasis en las termas romanas
A la espalda de la iglesia,
tras el sonido de las 7 campanadas,
con el continuo trinar de pajarillos
y el eterno murmullo del agua,
siento el pecho henchido
por la caricia de la brisa
y la fragancia de hortensias
y rosas que me hechizan.
Junto a mí, la enorme piscina
al aire libre, de agua calentita ,
con vistas al verde manto
que seduce a la riera de Caldas.
Por toda compañía
el pino centenario,
con 4 pisos de altura,
que seguro, vio nacer el balneario.
La paz interior que me rodea
no se supera ni con promesas
ni con virtuales palabras;
tan sólo rompen el encanto
los últimos rayos de sol… que me acobardan,
porque mañana se acaba
el solícito éxtasis
que me provocaron
estas termas romanas.
Caldes de Montbui 24 de mayo de 2018
Jesús Gandía Núñez
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