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EL DESMADRE VERANIEGO EN LA COSTA
En cuanto a moral, ni hablemos;
porque la carne va ufana por los paseos,
y tanto hombres con perfil de mujeres
como mujeres que se creen diosas,
van orgullosos de sus pieles bronceadas
o de los pellejos que se les descuelgan.
Pero donde damos más la nota
es en los bares y restaurantes de la playa
donde parece que los euros tengan alas
y vuelen entre birras y carcajadas.
Y sólo estamos a principios del verano,
no quiero pensar para nada en las lágrimas
y reproches que se verterán a la vuelta.
Los mercadillos costeros, o de “los hipis”
son el consuelo de nuestros deseos,
donde cualquier bolso o peineta son buenos,
para cubrir nuestras desnudeces,
engrosando la amplia colección de egos,
y la medalla de oro… al veraneante “con
más euros”
o al que derrocha a diestro y siniestro.
Canet d’en Berenguer 21 Julio 2019
Jesús Gandía Núñez
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