1771
SUEÑOS
DEL TOCOMOCHO
A
veces en su fiel insomnio,
cruzaba un puente cochambroso
con
los soportes agrietados y podridos,
y
desde lo más oscuro, una voz le llamaba,
pretendiendo
que se acercara al abismo.
En
otras ocasiones un sol radiante y limpio
Abría
sus sentidos de oreja a oreja
y
le acompañaba en su caída al vacío.
"¡Plás!
Tocó tierra, y sin perder el sentido,
miró
al despertador y eran las tres y media,
aún
tenía tiempo para echar otro sueñecito".
Ahora
subía por una interminable escalera,
no
le gustó nada a donde le llevaba,
era
un talud enorme de arena,
el
principio de un desierto infinito.
Se
van perdiendo poco a poco sus huellas,
nadie
podrá encontrarlo en esa árida meseta,
donde
solo anidan reptiles y arañas.
No
le queda más remedio que despertar
y
dar por finiquitada su indigerible velada,
antes
de que lo atrape alguna lagarta,
deseosa
de subirse a su dolorida espalda,
tomándolo
por un camello de Canarias.
Elda
16 Noviembre 2021
Jesús
Gandía Núñez
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