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AMORFOS
Desde un tiempo a esta parte
sólo trabajan nuestros ojos
pero el cuerpo poco.
Nuestros brazos están amorfos
porque el automatismo es más cómodo;
sí que están ágiles nuestros dedos
que se mueven con soltura por el teléfono.
Pero hasta nuestras piernas andan poco
porque el coche y el ascensor lo resuelven todo.
Ya veo al humano, en pocos años,
con el cuerpo en casa congelado
y por la calle 4 dedos y dos ojos chateando.
Qué pena que perdamos esa gracia de antaño
el albañil echando piropos, con lenguaje saleroso,
y la moza sonriendo y contoneando su paño.
La joven verdulera ofreciendo su cosecha
y el zagal sobando la fruta fresca.
Eso sí, los niños, no irán al parvulario,
saldrán de casa en su dron cabalgando
con auriculares en las orejas
y una batería bien cargada y compleja.
Sus dedos se harán muy largos
de tanto teclear en su móvil las letras.
Pero temo por su lengua, pues ya no chuparán teta,
porque para alimentarlos sólo habrá que enchufarlos,
ni articularán palabra,
porque con las tablets no les hará falta;
esa lengua se quedará al paladar pegada,
hasta que la ciencia decida,
como no sirve para nada, « habrá que quitarla».
Y así poco a poco nos iremos quedando
tan sólo con los dedos y los ojos;
eso sí serán ágiles y primorosos.
Cosas de la selección natural...
que algún día... otro Darwin nos explicará.
Elda 16 de Enero de 2016
Jesús Gandía Núñez
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