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GRITO DESESPERADO
Cuando contemplo
los ríos sedientos,
las pinadas devoradas
por la cruel «procesionaria»,
el matorral y la carrasca
cubiertos de hojarasca,
y los caminos polvorientos.
Me siento triste y apenado,
mis ojos se cierran,
buscando consuelo
que sólo encuentro en el recuerdo.
Cuando fluían alegres los arroyos,
el campo se perfumaba
con el tomillo y lavanda,
el bosque lucía orgulloso
un verdor supremo
y en el húmedo sendero
se adivinaban las huellas
de los animales que pasaban.
.
Sólo abro mis ojos de nuevo...
para gritar al viento...
¡Qué hemos hecho tan mal
para llegar a este caos extremo!
Elda 27 de Enero de 2016
Jesús Gandía Núñez
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