Triste pero cierto

265

Triste pero cierto

Como un dardo envenenado

que se clava en el pecho.

Igual que el reo y su miedo

cuando el verdugo descarga el hacha.

Con ese apremiante temor

me enfrento a mi futuro.

Por una parte agradecido

a la vida que he vivido

y por otra temeroso

de la vejez que me espera.

Cuando dejas de marcar el camino

porque las fuerzas flaquean

y tus mimos dependen de terceros;

todo puede ser imprevisible

y acabar muy pronto en el olvido.

Se acabaron la claridad de ideas,

entro en un túnel tenebroso,

por donde arrastraré el esqueleto,

cargado de efímeras vivencias,

consciente... de que no hay otra salida.

ELDA 14 de Junio de 2017

Jesús Gandía Núñez


Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.