¡Qué encuentro madre mía!
Andaba yo un día aburrido
dando tumbos por la biblioteca,
de libro en libro, de estantería
en estantería.
Y en eso se me acercó la poesía
y con un abrazo cariñoso
me pidió amistad de por vida.
Era tanta su armonía
y tan hechicera su sonrisa
que caí prendado de sus
versos
y ahora la llevo en mi
compañía.
Ella manda en mis sueños
ella se viene a mis paseos
no me abandona de noche
y de día llena mi tiempo.
Gracias poesía por ser tan
posesiva;
desde que te encontré en la
biblioteca
has cambiado mi ritmo de vida,
ahora las letras suplen ausencias,
ahora los versos fluyen
deprisa.
Hay días, amiga poesía,
que las palabras se atropellan
como granos de arena
en las manos de una chiquilla.
Y yo he de poner orden
a tanto trasiego de letras
para el bien de las rimas.
Bendito encuentro “poesía”
¡Aquél día en la biblioteca!
Que siempre llevaré en mi
recuerdo
y que en mi pluma quedaste prendida.
Elda 23 de Marzo de 2018
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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