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Cuando el sol calienta la mente palpita
Si las sombras que me alivian,
son mis protectoras amigas,
vente conmigo querida
y deja que el tórrido sol,
dé vida a la campiña.
Túmbate a mi vera
a la fresca de la higuera;
que puede que nos sorprenda
de un momento a otro,
con alguna dulce breva.
Mira que delicia
de grandes hojas,
¡qué verdor predomina!
Y cómo su tronco robusto nos cobija.
Te darás cuenta,
que no hay nada
mejor que una higuera, cuando
en verano el sol se precipita.
Pero no te distraigas querida
que ya veo la intención de esa breva altiva;
así
que no la pierdas de vista,
pues presume de unas enigmáticas
grietas,
que me recuerdan como tú misma...
los maravillosos cráteres de la luna.
Elda 17 de junio de 2018
Jesús Gandía Núñez
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