Amarga la cicuta que el necio desprende,
quema el ambiente con su palabra hiriente.
Deja el sabio que resbale la lava,
complaciendo al idiota con sonrisa sorda.
Cantarín y superfluo se muestra orgulloso,
el bobalicón de turno con su voz sonora:
y enmudece y otorga el astuto;
sabiendo lo inútil que resulta
convencer al burdo estúpido.
Gritos sonoros reclaman la razón de su parte;
creyendo que la energía dará sentido
a su triste oratoria.
Sólo la inteligencia sabe repartir la palabra
y no la malgasta ante la intolerante soberbia,
porque ésa sólo saborea su sinrazón mentecata,
y se columpia en vaguedades infinitas
y mece sus sueños en burbujas de insidia.
Ante él, el humilde sabio observa, calla y medita,
cada pensamiento y reflexión que le enseña la vida.
Moraleja: “Sé pausa cortés, pero muda y sorda,
ante el populismo y la charlatanería”
Elda 13 de Junio de 2018
Jesús Gandía Núñez
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