Malentendido
(Primera parte)
Cielo López Pérez
que vive en el séptimo
está esperando al agente
de su seguro médico
para firmarle los papeles
de su operación de un grano.
En el primer piso
ha fallecido Chelo López Pérez,
y el agente de la funeraria
distraído en su teléfono
y pendiente sólo de contestarlo,
se fija tan sólo en los apellidos,
sube por el ascensor
y toca al séptimo piso
presentándose como agente de la compañía:
«buenas tardes»
dice al octogenario caballero
y a la abuelita que lo acompaña,
«venía a enseñarles el catálogo
para que elijan sala»
«les podemos ofrecer,
4 sofás y baño,
que tan sólo incrementa 150 pavos»
(los esposos se miran anonadados,
mientras el agente saca el catálogo)
y añade que «con otros 100 pavos,
miren ustedes,
que acristalamiento tan hermoso
para que sus familiares
y amigos contemplen al finado»
(Cielo le comenta a su esposa bajito:
«antes nos llamaban
pacientes y no finados»
y la esposa le replica aparte:
«¿y para que necesita
ver la familia y tus amigos
como te extraen
del trasero un grano?»)
Y resueltamente responden al agente:
que «quieren lo más barato».
Entonces el agente les comunica:
que «tal como tienen el contrato
les corresponde tan sólo
el jardín con dos bancos»
Aceptan Cielo y su esposa firmarlo
y el agente sale disparado
pues todavía debe visitar
familiares de otros dos finados.
Cielo y su esposa
siguen haciendo cábalas:
«si que han cambiado los tiempos,
desde que nos casamos»,
«antes no dejaban entrar
al marido ni al parto
y ahora para un simple grano
habrá que invitar a la familia
para no hacer un feo
y dejar vacíos los dos bancos».
(Segunda parte)
Después
de la gran confusión
en
el séptimo piso;
en
el primero
siguen
los disparates.
Llegó
el coordinador
del
servicio médico privado;
y
cometió el error que el de la funeraria,
sólo
se fijó en los apellidos
y
tocó el timbre de Joselito,
el
viudo de Chelo,
la
difunta del primer piso.
«¡Buenos
días caballero!
Aquí
le traía los papeles para la firma.
Pero
antes le tengo que dar
algunas
indicaciones:
Tiene
usted que ir duchado,
y
sin comer ni beber
por
lo menos 6 horas antes.
Se
presenta usted
en
la primera planta
a
la señorita de recepción,
Y
ella le acompañará
A
una taquilla
para
dejar toda su ropa;
A
continuación y en la camilla
ella
le tomará la tensión
y
le colocará la vía.
Cuando
ella termine su trabajo
llegará
la anestesista
para
que no sufra dolor alguno.
Como
la intervención
es
en lugar tan delicado,
hay
que actuar con mucho cuidado;
Así
que una vez dormido
actuará
todo el equipo
y
si todo va bien
en
24 horas despachado.”
Joselito
atónito y perdido
miraba
extrañado a su hija Fina
El
coordinador del seguro
continuó
hablando
al
tiempo que le presentaba
la
documentación para su firma.
“Mire
sólo tiene que firmar aquí y aquí
y
tenemos todo resuelto,
verá
qué bien le atendemos;
terminará
su dolor en un par de días
y
podrá ir al servicio
como
si fuera un paseo diario”
Joselito
aún extrañado
fue
firmando los documentos
y
los entregó al intermediario.
Éste
sin más preámbulo
le
dio la mano
y
salió deseándole suerte.
Por
fin ya solos, Joselito y su hija Fina
boquiabiertos
y extrañados
comenzaron
a rebobinar
lo
que habían escuchado.
Fina
le decía a su padre:
«padre,
ya le vengo yo diciendo mucho tiempo
que
se duche usted más a menudo,
se
ve que se ha dado cuenta
y
por eso le ha ordenado la ducha».
Y
Joselito petrificado
contestaba:
«lo
de la ducha bien, pero…
lo
de no comer… ni beber…
y
lo de desnudarme
y
anestesiarme antes del entierro
¡no
lo comprendo!
Cada
vez nos complican más la existencia,
pues
no dice el condenado
que
el dolor se acabará en un par de días».
«Padre
porque ahora
la
gente es muy moderna
y
de seguida buscan pareja.
Pero
aunque a usted el dolor
le
dure un poco más
¡
tampoco pasa nada eh... !»
y
Joselito agachó la cabeza
confuso
y cabizbajo,
sin
entender estos entierros
tan
modernos y extraños.
(Desenlace)
Cuando
se presentó Cielo López Pérez
al lugar
donde lo habían citado,
quedo
muy impresionado
extrañándose
de que el grano
se
lo tuvieran que extirpar en el Tanatorio.
Y
muy asustado
preguntó por el jardín
con
los dos bancos…
y
sí, sí allí estaban sentados
sus
amigos y la familia que habían avisado
(igual de extrañados).
Pero
en cuanto apareció
la comitiva del Tanatorio,
arrastrando
a la finada Chelo,
todos
se santiguaron
creyendo
que la caja
sería
para Cielo
si
la extracción era un fracaso.
Por
fin, cuando les preguntaron
por
la familia de Chelo (la difunta)
cayeron
en la cuenta del enredo,
y
todos acabaron riendo
de
un malentendido urdido
por
la actuación nefasta
de
un agente de la funeraria.
A
cierta distancia,
y
por casualidad el mismo día,
llegaban
Joselito y su hija
a
la dirección que les correspondía.
Preguntaron
ignorantes en recepción
donde
debía dejar la ropa
para
la tensión la vía y la anestesia.
Pero
cuando buscaron su nombre
no
apareció por ninguna parte;
y
al dar el nombre de la fallecida
les
explicaron que algo
se habría traspapelado
porque
allí no se hacían entierros,
tan
sólo extracciones
de
granos en el trasero.
Así
que Joselito y su hija Fina
salieron
en busca del Tanatorio
riendo
a carcajadas la pesadilla,
a pesar de la tristeza
y
la temprana ducha fría.
Al
cabo de unos meses
coincidieron
en el bar de los bajos
Joselito
“El viudo” y Cielo “El extirpado”
Y
rememoraron aquellos momentos cómicos
donde
Joselito estuvo a punto de ser anestesiado
y
el tremendo susto que pasó Cielo en los bancos del Tanatorio.
Y
entre risotadas y zarandajas
lo
celebraron ambos, bebiendo cervezas,
como
auténticos cosacos.
Elda
6 de Septiembre de 2018
Jesús
Gandía Núñez