Chuspamontes,CEEmontes

domingo, 22 de octubre de 2017

Malentendido

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Malentendido

(Primera parte)

Cielo López Pérez
que vive en el séptimo
está esperando al agente
de su seguro médico
para firmarle los papeles
de su operación de un grano.

En el primer piso
ha fallecido Chelo López Pérez,
y el agente de la funeraria
distraído en su teléfono
y pendiente sólo de contestarlo,
se fija tan sólo en los apellidos,
sube por el ascensor
y toca al séptimo piso
presentándose como agente de la compañía:

«buenas tardes»
dice al octogenario caballero
y a la abuelita que lo acompaña,
«venía a enseñarles el catálogo
para que elijan sala»
«les podemos ofrecer,
4 sofás y baño,
que tan sólo incrementa 150 pavos»
(los esposos se miran anonadados,
mientras el agente saca el catálogo)
y añade que «con otros 100 pavos,
miren ustedes,
que acristalamiento tan hermoso
para que sus familiares
y amigos contemplen al finado»

(Cielo le comenta a su esposa bajito:
«antes nos llamaban
pacientes y no finados»
y la esposa le replica aparte:
«¿y para que necesita
ver la familia y tus amigos
como te extraen
del trasero un grano?»)
Y resueltamente responden al agente:
que «quieren lo más barato».

Entonces el agente les comunica:
que «tal como tienen el contrato
les corresponde tan sólo
el jardín con dos bancos»

Aceptan Cielo y su esposa firmarlo
y el agente sale disparado
pues todavía debe visitar
familiares de otros dos finados.

Cielo y su esposa
siguen haciendo cábalas:
«si que han cambiado los tiempos,
desde que nos casamos»,
«antes no dejaban entrar
al marido ni al parto
y ahora para un simple grano
habrá que invitar a la familia
para no hacer un feo
y dejar vacíos los dos bancos».


(Segunda parte)

Después de la gran confusión
en el séptimo piso;
en el primero
siguen los disparates.

Llegó el coordinador
del servicio médico privado;
y cometió el error que el de la funeraria,
sólo se fijó en los apellidos
y tocó el timbre de Joselito,
el viudo de Chelo,
la difunta del primer piso.

«¡Buenos días caballero!
Aquí le traía los papeles para la firma.
Pero antes le tengo que dar
algunas indicaciones:

Tiene usted que ir duchado,
y sin comer ni beber
por lo menos 6 horas antes.

Se presenta usted
en la primera planta
a la señorita de recepción,

Y ella le acompañará
A una taquilla
para dejar toda su ropa;

A continuación y en la camilla
ella le tomará la tensión
y le colocará la vía.

Cuando ella termine su trabajo
llegará la anestesista
para que no sufra dolor alguno.

Como la intervención
es en lugar tan delicado,
hay que actuar con mucho cuidado;

Así que una vez dormido
actuará todo el equipo
y si todo va bien
en 24 horas despachado.”

Joselito atónito y perdido
miraba extrañado a su hija Fina

El coordinador del seguro
continuó hablando
al tiempo que le presentaba
la documentación para su firma.

“Mire sólo tiene que firmar aquí y aquí
y tenemos todo resuelto,
verá qué bien le atendemos;
terminará su dolor en un par de días
y podrá ir al servicio
como si fuera un paseo diario”

Joselito aún extrañado
fue firmando los documentos
y los entregó al intermediario.

Éste sin más preámbulo
le dio la mano
y salió deseándole suerte.

Por fin ya solos, Joselito y su hija Fina
boquiabiertos y extrañados
comenzaron a rebobinar
lo que habían escuchado.

Fina le decía a su padre:
«padre, ya le vengo yo diciendo mucho tiempo
que se duche usted más a menudo,
se ve que se ha dado cuenta
y por eso le ha ordenado la ducha».

Y Joselito petrificado
contestaba:
«lo de la ducha bien, pero…
lo de no comer… ni beber…
y lo de desnudarme
y anestesiarme antes del entierro
¡no lo comprendo!

Cada vez nos complican más la existencia,
pues no dice el condenado
que el dolor se acabará en un par de días».

«Padre porque ahora
la gente es muy moderna
y de seguida buscan pareja.

Pero aunque a usted el dolor
le dure un poco más
¡ tampoco pasa nada eh... !»

y Joselito agachó la cabeza
confuso y cabizbajo,
sin entender estos entierros
tan modernos y extraños.

(Desenlace)

Cuando se presentó Cielo López Pérez
al lugar donde lo habían citado,
quedo muy impresionado
extrañándose de que el grano
se lo tuvieran que extirpar en el Tanatorio.

Y muy asustado
 preguntó por el jardín
con los dos bancos…

y sí, sí allí estaban sentados
sus amigos y la familia que habían avisado
 (igual de extrañados).

Pero en cuanto apareció
 la comitiva del Tanatorio,
arrastrando a la finada Chelo,
todos se santiguaron
creyendo que la caja
sería para Cielo
si la extracción era un fracaso.

Por fin, cuando les preguntaron
por la familia de Chelo (la difunta)
cayeron en la cuenta del enredo,

y todos acabaron riendo
de un malentendido urdido
por la actuación nefasta
de un agente de la funeraria.

A cierta distancia,
y por casualidad el mismo día,
llegaban Joselito y su hija
a la dirección que les correspondía.

Preguntaron ignorantes en recepción
donde debía dejar la ropa
para la tensión la vía y la anestesia.

Pero cuando buscaron su nombre
no apareció por ninguna parte;
y al dar el nombre de la fallecida
les explicaron que algo
 se habría traspapelado

porque allí no se hacían entierros,
tan sólo extracciones
de granos en el trasero.

Así que Joselito y su hija Fina
salieron en busca del Tanatorio
riendo a carcajadas la pesadilla,
 a pesar de la tristeza
y la temprana ducha fría.

Al cabo de unos meses
coincidieron en el bar de los bajos
Joselito “El viudo” y Cielo “El extirpado”

Y rememoraron aquellos momentos cómicos
donde Joselito estuvo a punto de ser anestesiado
y el tremendo susto que pasó Cielo en los bancos del Tanatorio.

Y entre risotadas y zarandajas
lo celebraron ambos, bebiendo cervezas,
como auténticos cosacos.

Elda 6 de Septiembre de 2018
Jesús Gandía Núñez


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