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La fiesta
Suenan
petardos,
vuelan los pájaros,
se huele a pólvora
empieza la
fiesta.
Saltimbanquis
y payasos
colorean la
plaza,
regalando
acrobacias,
con sus
narices pintadas.
Se oye el
pito del trenecito
que los niños
completan,
el maquinista
arranca
y se escucha
el griterio.
Los hinchables
invaden la calle,
y los globos
de colores
casi rozan
los balcones.
Todo el
pueblo se regocija
menos un niño
tras su ventana,
que a pesar
de estar cerca,
ve la fiesta
muy lejana.
Su cuerpo
encogido y dolorido
observa con
impotencia la fiesta,
el mal que le
acompaña,
es cruel como
la vida humana.
Sólo espera
que se
acuerde Dios
de las
lágrimas que derrama
y si no tiene
esperanza,
que entre
truenos y petardos,
eleve muy
alta su alma.
Elda 8 de
Octubre de 2017- Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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