La juventud tiene la virtud
de ser ciega;
por esa razón es emprendedora
y loca.
No encuentra obstáculos en su
camino,
y suele salvar infranqueables
muros
improvisando soluciones con
apuros.
Camina siguiendo los latidos,
de un corazón en plena
euforia,
casi siempre por rutas
desconocidas.
Y como además de ciego suele
ser sordo,
no acepta consejos de la
experiencia.
Y desde la distancia más
discreta,
el viejo sus errores
contempla.
Pero el joven tropieza y
tropieza,
hasta que los años le enseñan,
que por ése camino erróneo
pasamos generaciones de promesas.
Elda 19 de Abril de 2018-Jesús
Gandía Núñez
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