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miércoles, 23 de febrero de 2022

PRUDENCIA Y VENANCIO (cuento maltrato a los ancianos)

 

2070



(II EDICIÓN DEL CERTAMEN LITERARIO DE LA TERTULIA)

 

PRUDENCIO Y VENANCIA (Un cuento que se repite a diario)

“Luchamos contra el maltrato de mujeres y menores pero en este cuento quiero denunciar el maltrato a nuestros mayores”

Prudencio, antes de morir, le escribió desde la residencia esta carta a su nieto mayor:

”Para que nos recuerdes Julián.

Vivíamos en un pueblo de La Mancha, y aunque no tiene una gran población, sí que dispone de un geriátrico privado donde residen ancianos de varios pueblos de los alrededores.

Tu padre y tu tío Rafael, terminaron sus carreras, hace tiempo, gracias al sacrificio y al trabajo extenuante que hicimos tu abuela y yo en el campo. Pero para emplearse, hubieron de emigrar del pueblo. Juan, tu padre, se hizo agrónomo y en la capital consiguió trabajo en una bodega de vinos. Se casó y nacisteis vosotros. Tu tío Rafael, como sabrás, se trasladó a Italia donde ejerce de arquitecto y vive con su compañera y su hija pequeña.

Hasta ahora aunque éramos mayores y estábamos muy castigados por la vida, nos defendíamos apoyándonos uno en el otro y cogíamos fuerzas cuando hablábamos con vosotros por teléfono. Pero tu abuela que acababa de cumplir 89 años y era el alma de la casa, cayó enferma. Yo, que toda la vida he estado supeditado a ella por su buen hacer, quedé en el abandono y mis 94 años apenas me permitían cuidarla y la casa hacía aguas. Juan, tu padre, se dio cuenta que no podíamos seguir así y lo habló con tu tío Rafael. Decidieron solicitar ayuda de asistencias sociales. Pero cada vez estábamos más abatidos. Así que nos ingresaron en la residencia del pueblo, abonando ellos la diferencia de mi pensión con la cuota que teníamos que pagar en la residencia.

Venancia, tu abuela, al día siguiente de ingresar en la residencia, la trasladaron al hospital de la comarca y eso supuso un escopetazo para mi cansado corazón y me pasaba el día entristecido. Entre el personal que me atendía lo justo y con prisas y los malos modos que veía en otros empleados, sobre todo con personas seniles, solo pensaba en morirme. Lo soportaba, por las visitas, que me permitían, una vez a la semana, ver a la abuela en el hospital con una ambulancia.

Tu abuela sobrevivió un mes hospitalizada y a partir de su ausencia, me enfrenté a los atropellos que los empleados cometían con los ancianos. Ahora ya no estaba tu abuela y tenía carta blanca para cantarles las cuarenta. Me gané la enemistad de algunos cuidadores y cada vez que venía tu padre de visita, el director de la residencia le hablaba de mi mal genio.

A mi edad, no me importa que a mí no me hagan caso, pero estoy siempre pendiente de que traten bien a los demás ancianos, todavía me quedan redaños para echarles broncas, les digo:

“¡Desalmados, torturadores!, ¿Qué vosotros no tenéis padre ni madre? ¡Pues tratarnos, como si lo fuéramos!”.

El resto de residentes, me aplauden cada vez que discuto con los cuidadores y me tienen por su defensor, ¡Cuando los apremian en las duchas, cuando los visten, cuando les embuchan la comida!. Al haber pocos empleados, todo son prisas para cumplir los horarios. Las residencias privadas o subcontratadas, para ganar dinero, contratan personal poco preparado y escaso, que redunda en un maltrato a los ancianos.

¡Julián cuando tus padres sean mayores, nunca lo permitas.!

Tu abuelo que te quiere.”

A punto de ser despedido de la residencia y en un fuerte acaloro con el director, Falleció Venancio de un infarto.

 

SEUDÓNIMO: CHUSPA

TELÉFONO: 620003025

 

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