2047
Me detengo un momento,
me
siento donde el sol calienta,
escucho
la exquisitez del viento,
y
el leve rumor de las hojas
rodando
por los suelos.
No
muy lejos camina una pareja
y
un deportista sudoroso,
cruza
corriendo la acera,
con respiración cansada y profunda.
Es
la continuidad del tiempo,
la
máquina irrefrenable que palpita
y
hace, que nos perdamos lo más bello,
sino
hacemos la pausa oportuna.
Me
aplico a mi lectura de bolsillo,
pero
me distraen de nuevo
las
voces de unos niños,
saliendo
de clase al recreo.
Los
gritos y el murmullo van en aumento
y
me apercibo de la facilidad
con
que se comunican,
cómo
inician los juegos,
y
lo poco que mi presencia les importa.
Mi
parada ha sido productiva,
me
lleno de sensaciones
y
percibo que mi curiosidad está viva,
a
pesar, de que ya no escucho,
el
revoloteo de las hojas,
porque
quedaron mudas,
ante
el alboroto de los colegiales.
Elda
1 Febrero 2022 – Jesús Gandía Núñez
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