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EL ASPIRADOR MÁGICO (Cuento infantil)
Lolín era una mujer muy activa, pero como
su trabajo distaba de casa, apenas tenía tiempo para tener en
orden el hogar. Y como su economía no era muy boyante y los aspiradores buenos
eran muy caros, pues siempre estaba deseando tener uno de esos redondos y robóticos
que anunciaban en la T.V. y que valían un “potosí”.
Manolo, su esposo y sus hijos Juanito y
Nuria, se lo habían escuchado infinidad de veces -¡Ay, si yo
tuviera un aspirador de esos lo llamaría “Gustavo” y sería la
mujer más feliz del mundo porque siempre tendría la casa
reluciente!-
Así que se confabularon padre e hijos e
iniciaron una hucha especial para comprarle a Lolín un
“Gustavo”. Faltaban tres meses para su cumpleaños, así que se
tenían que darse mucha prisa en ahorrar ese importante dinerito.
Lo consiguieron a una semana del “cumple”
de Lolín. Y los tres juntos salieron de casa a
comprarlo, diciendo que se iban a correr por el parque, con el chándal puesto
para que Lolín no adivinara a lo que iban.
Una vez en el gran comercio se dieron
cuenta que habían infinidad de aspiradores robot y no sabían
por cual decidirse. Pero hubo uno de color azul mar, como el Universo, que a Juanito, que era el
más pequeño, le pareció que le había hecho un guiño. Y se lo dijo
a su papá y este por no llevarle la contraria aceptó comprar aquel robot algo extraño,
a pesar de las reticencias de Nuria, que decía que era muy feo.
Lolín, el día de su cumple, no cabía de
contenta por el regalo del robot y por aquel vestido tan bonito que iba a
estrenar ese día. Manolo le dijo que estaba guapísima. Y con el sobrante del
ahorro para del robot, el padre invitó a toda la familia a comer en un
restaurante.
Pero Lolín, antes de salir de casa quiso
estrenar el robot y después de leer las instrucciones lo dejó en
marcha, para que cuando volvieran de la comida estuviera la casa
perfecta.
Celebraron el cumple en un restaurante de
las afueras con una comida exótica, que les encantó. Y allí
mismo pidieron una pequeña tarta y Lolín apagó las velas
pidiendo un deseo “salud para todo el mundo”.
Al regreso a casa “Gustavo” estaba ya en su
punto de recarga y Lolín pudo comprobar la magnífica limpieza
que había hecho, mientras estaban fuera, y se puso muy
contenta. Pero Nuria, cuando entró en su habitación, comprobó
que faltaban su osito ,sus zapatillas y la alfombra y salió
asustada gritando a su papá y a su mamá -¡Alguien entró a robarnos!- Y sus padres pudieron comprobar que así era, se pusieron a
buscar por toda la casa por si faltaban más cosas y todo estaba correcto
y en su sitio, sólo habían desaparecido esas tres cosas de Nuria.
A los dos días del suceso Lolín, antes de
irse a trabajar, puso en marcha a “Gustavo” y llevó a los niños al cole. Por la
tarde cuando Manolo terminó su jornada pasó a recogerlos y los tres regresaron
a casa.
Cuando el papá iba a entrar en su habitación para ponerse sus alpargatas, vio que “Gustavo”
estaba situado en su lugar de recarga, pero se volvió loco buscando sus
alpargatas sin que aparecieran por ningún sitio. Al mismo tiempo Juanito
protestaba por si Nuria le había quitado su carpeta de cromos que había dejado
en su habitación, junto a la silla y ya no estaba.
En estas estaban, cuando llegó Lolín, y le
contaron lo que pasaba. Le dieron las explicaciones de que no encontraron en falta nada más,
era una cosa rara, pero ella no sabía resolver aquel misterio. Así que le pidió
a Manolo que le hiciera la limpieza a “Gustavo” pues había leído en las
instrucciones que se debía hacer cada dos usos.
Manolo, protestó un poco, pero cogió el
aspirador y lo abrió para su limpieza llevándose una tremenda sorpresa pues tal
como lo abría aparecían comprimidos todos los utensilios que creían les habían
robado y volvían a su tamaño original. Al mismo tiempo “Gustavo” le guiñaba un
ojo y Manolo se dio cuenta que aquel aspirador era muy ordenado y
recogía todo lo que se iban dejando por el suelo.
No salían de su asombro toda la familia. Y desde aquel día nadie dejó nada por los suelos, pues aquel aspirador era mágico
y tan ordenado que lo que no estaba en su sitio se lo tragaba.
Elda 20 Marzo 2021
Jesús Gandía Núñez
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