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PLIM, EL DUENDE TRAVIESO
Había llegado la primavera a
los bosques del Ordal y toda la flora estaba en auge. El matorral Mediterráneo
comenzó a florecer y la arboleda se llenó de abejas y mariposas. Pero también
salieron de las entrañas de la tierra los traviesos duendes que hasta ahora
habían hibernado en lo más profundo de las cuevas.
PLIM, era uno de ellos, quizás
el más travieso. Y aquel domingo mientras Irati andaba por el sendero que
llevaba hasta la cabaña de sus amigos Unicornio y la loba buena, oyó unos
silbidos a su espalda, pero cuando se giró para saber quién la llamaba, no pudo
ver a nadie. Dio unos pasos más y volvió a oír el silbido, pero esta vez no se
volvió, sino que se escondió tras una gran carrasca y desde allí vigiló quién
le seguía.
Cuando apareció el duende PLIM,
que era mucho más pequeño que Irati, ésta le gritó - ¿Qué es lo que quieres,
que no paras de molestarme? –
Y el duende asustado le
contestó - ¡Sólo quería ser tu amiguito!-
La niña no tuvo ningún
inconveniente en aceptarlo y juntos siguieron camino de la cabaña de Unicornio
y la loba buena.
El duende PLIM, al que le
gustaba hacer muchas payasadas aparecía y desaparecía a cada momento invitando
a Irati a que lo encontrara, y en esto estaban, cuando llegaron a la cabaña.
Salieron muy contentos
Unicornio y la loba buena a recibirlos, abrazando a la niña y ésta
presentó al duende PLIM a aquella pareja tan dispar. La loba buena, estaba
preparando un sabroso guiso para la comida y los invitó a que se quedaran a
comer con ellos y claro que aceptaron.
El duende hizo gala de las
cualidades mágicas que tenía e hizo que de un momento a otro desaparecieran los
platos de la mesa, e incluso que se hicieran visibles unas frutas tropicales que
por allí ni siquiera existían y Unicornio hizo aparecer estrellas al medio día
dando vueltas a la mesa.
Después de una gran jornada de
fantasía con sus amiguitos, Irati y PLIM se despidieron de Unicornio y la loba
y bajaron de la montaña cantando la canción de “Un elefante se columpiaba sobre
la tela de una araña …”
Y así llegaron al jardín de la
casa de Irati que le sugirió a su amiguito PLIM, que se podía quedar a vivir en
su jardín. Pero el duende que era muy inquieto, le dijo - No te preocupes por mí,
yo puedo vivir en cualquier sitio, encima de un árbol, detrás de una roca,
entre un matorral, e incluso en el patio de tu colegio- y con una sonrisa se
despidió de ella.
Así que Irati desde aquel día,
siempre lo va buscando por todas las esquinas, entre los árboles, e incluso
estando en clase, vigila por si se asoma PLIM por la ventana y le silva. Pero
él siempre aparece cuando ella menos se lo espera y acaban jugando al
escondite, que es el juego que más les gusta.
Y es que las montañas del
Ordal, son tan mágicas, que en ellas conviven seres de distintas
procedencias y razas en una armonía perfecta.
Elda 11 Marzo 2021
Jesús Gandía Núñez
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