2038
A
CREVILLENTE
Me
reconcilié con este pueblo alicantino,
del
que solo conocía la gran belleza de su Sierra,
pero
no el carácter de sus ciudadanos
y
el amor que demuestran a sus tradiciones.
Con
la compañía de una suave llovizna
y
en una noche de invierno fría,
recorrí
las estrechas calles del barrio de la morería,
la
rambla del Castellar con su monolito,
que
mide casi cuarenta metros de altura,
la
Casa de la Cultura José Candela,
con
capacidad para más de mil personas,
pero
si algo dejó mi corazón encogido
fue
el museo de la semana Santa,
con
los 32 pasos de las treinta cofradías
que
hacen de esa semana,
una
de las más importantes de España.
Monumental
su Iglesia de nuestra Señora de Belén,
no
solo por su belleza, que también,
sino
por su altísima cúpula,
y
hermosos retablos de Mariano Benlliure.
En
resumen y para acabar,
me
quedo con sus tradiciones,
a
las canciones crevillentinas,
a
la música y al canto coral
que
pusieron broche ae la noche.
Elda
23 Enero 2022
Jesús
Gandía Núñez
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