2028
UNA FAMILIA DE TIERNOS FANTASMAS (Cuento)
En un caserón abandonado de las afueras del pueblo,
hacía un tiempo que se habían instalado una familia de extraños okupas. Nadie
los veía durante el día y solo las noches sin luna, se atrevían a bajar al
pueblo, cuando todos dormían, era un matrimonio de fantasmas con dos hijos. Huesitos
y Calavera.
Aunque con estos nombres jamás fueron a la escuela. Sí
que llegaron a jugar con los demás niños.
Todo empezó cuando los peques de su edad, una tarde,
se acercaron con sus bicicletas hasta el edificio abandonado. Se pusieron a jugar
allí al escondite y Alberto se escondió en un armario. Y cuál fue su sorpresa,
cuando se dio de frente con la sábana que tapaba a Huesitos. El susto fue
impresionante, porque Huesitos aún estaba dormido. Alberto intentó despertarlo,
pero como no lo conseguía, gritó llamando a sus amigos, creyendo que estaba
muerto, no solo por su palidez, sino porque aunque respiraba, no le contestaba.
Mientras tanto se hizo de noche y con las linternas encendidas rodeaban todos a
Huesitos y vieron cómo se despertó muy emocionado, al ver la concurrencia que
tenía.
Por fin consiguieron, Alberto y sus amigos, escuchar
su historia: “Resulta que vivían en un castillo mágico, muy lejos de allí. Pero
una noche de tormenta cayó un rayo y destruyó el castillo, ellos se libraron
por los pelos, de que los aplastaran los enormes muros y tuvieron que salir
corriendo en busca de algún refugio. Durante un tiempo habitaron en una cueva,
pero habían tantos murciélagos que no los dejaban vivir tranquilos. Y al ver
este edificio a las afueras del pueblo pensaron que podían quedarse aquí
durante una temporada, hasta que volvieran a encontrar otro castillo en mejores
condiciones.”
A estas alturas del relato, aparecieron los papás de
Huesitos con Calavera y saludaron a todos los muchachos con pálida sonrisa.
Los papás fantasma, se pusieron muy contentos al ver a
sus hijos con compañía y salieron por una ventana volando en busca de emociones
nuevas.
Alberto y sus amigos, que al principio estaban
temerosos, ahora viendo lo divertido que podía ser tener dos amigos fantasmas,
les enseñaron todos los juegos que conocían. Cuando vieron que era muy tarde,
los chicos, regresaron a sus casas, con la promesa de que aquel secreto no se
lo contarían a nadie.
Y a partir de aquel día, fueron muchas las noches sin
luna que se acercaban todos al caserón abandonado a jugar con Huesitos y
Calavera.
Pero como ocurre con casi todas las cosas, la
camaradería tuvo su final, cuando los papás fantasmas, por fin, encontraron un
castillo a su medida, donde pasar el resto de sus días. Y Alberto y sus amigos
los echaron mucho de menos, pero todos guardaron el secreto.
Elda 13 Enero 2022
Jesús Gandía Núñez
Elda 13 Enero 2022
Jesús Gandía Núñez
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