NO COGEN MÁS, BAJO TIERRA (Relato para Orión)
Aquella noche, ya de madrugada, Sonia escuchó unos
ruidos extraños, se movía la lámpara de la habitación, crujían las ventanas y la
puerta era golpeada por la persiana continuamente. Estaba sola. Su esposo había
salido de viaje el día anterior y no volvería hasta el día siguiente. Sentía
terror. Pero no podía pedir ayuda por algo que no tenía explicación, ¡Aunque
podía ser un terremoto! Decidida, se levantó y se protegió bajo la cama. Estaba
temblando, porque seguían los ruidos espantosos. Desde su escondite pudo apreciar
movimientos extraños por la habitación. Unas luces raras transitaban en
procesión por la estancia y entre ellas hablaban a coro. Eran espíritus salidos
de las entrañas de la tierra.
Sonia pudo entender lo que decían:
“Llegó el momento
de salir al exterior. Ya no cogemos tantos espíritus bajo tierra. En tantos
millones de años de vida, hemos llegado a saturar este espacio subterráneo. ¡Necesitamos
ampliarlo! ¡Ocupemos también la superficie del Planeta!”
La joven quedó petrificada, al escuchar aquellas
palabras y solo pedía que sus temblores no la delataran.
De pronto sonó la alarma del teléfono y no se atrevió
a moverse, agazapada, fue recuperando el sentido, hasta que se dio cuenta de
que estaba bajo las sábanas, sumida en un profundo sueño y los ruidos habían
desaparecido. Poco a poco intentó salir de aquella horrorosa pesadilla. Pero
cuando fue a ducharse, en lugar de salir agua, unas luces luminosas impregnaron
en su piel blanca…
Elda 23 marzo 2022-Jesús Gandía Núñez
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