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ABOCADOS AL PARAÍSO
Miguel y Gloria acababan su primera cita
nocturna;
después de una suculenta cena y armoniosa
velada,
Gloria insistió en invitar a Miguel a una
copa en su casa,
y Miguel encantado e ilusionado aceptó
rápidamente.
Gloria apenas acertaba con la llave a
abrir la puerta,
le temblaba la mano y los nervios la
delataban.
Miguel para relajarla puso la mano en su
hombro
y ella por fin consiguió que la puerta
cediera.
Tomaron un par de copas y hablaron de sus
cosas,
Pero Miguel ya no pudo esperar más y la
besó en la boca,
ella no se resistió a la embestida, sino
que lo abrazó presurosa;
fue el inicio de una noche espléndida de
amor y locura.
Poco a poco se fueron desprendiendo de sus
ropas
mientras se escuchaba la música de Jaz que
puso Gloria
y tras los ventanales lucía una luna llena
y generosa,
ambos probaron la dulzura del amor más
hermosa.
Pasaron las horas y los dos cuerpos
fundidos en uno
seguían retorciéndose sobre el raso del
lecho de Gloria.
Ella gemía y el respondía con tiernas
caricias que la mareaban,
hasta que consiguían llegar con plenitud
al cénit del paraíso.
Aterrizaron sobre sus desnudos cuerpos los
primeros rayos de sol
y los dos enamorados seguían con los
brazos entrelazados,
en un interminable abrazo soñoliento,
dejando al precario destino,
la indeterminada consecuencia de aquella
noche de lujuria.
31 Enero 2019
Jesús Gandía Núñez
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