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EL CUENTO DE LA MALDAD
Hace
muchísimos años vivía en Mesopotamia un malvado mago que tenía atemorizada a
toda la comarca. Habitaba una cueva escondida en las entrañas de una montaña. Y
desde allí partía todas las noches a realizar sus fechorías.
Los
habitantes de aquellos pueblos vivían asustados por los terribles
acontecimientos que ocurrían a diario y nadie osaba salir por la noche para no
cruzarse con el mago de las alas largas que planeaba por encima de las casas como
ave de mal agüero.
Desaparecieron
niños y mayores de los que tan sólo se encontraron el resto de sus ropas. Todo
el mundo estaba convencido de que se los comía. Pero no era así los trasladaba
en un vuelo a su guarida y en lo más recóndito de ella, en una gran sala, los
convertía en magníficas estatuas de sal de colores chillones.
El
maligno mago Alim, que así se llamaba, se pasaba jornadas enteras contemplando
aquella macabra colección de estatuas de sal con colores tan diversos, que era
su gran jovi; hasta que anochecía y desplegaba sus alerones para buscar nuevas
víctimas.
En
una de las poblaciones cercanas vivía un joven fuerte y de grandes aptitudes,
se llamaba Hassan, y cansado de ver sufrir a los adultos, por el temor que
tenían al terrible mago, decidió llevar a cabo una estrategia para acabar con
aquella terrible amenaza.
Se
disfrazó de matorral y acechó durante muchas noches la llegada del mago Alim.
Al cabo de 7 noches lo vio aparecer y lo siguió escondido tras su disfraz de
matorral. El mago, aquella noche, al no encontrar a nadie por las calles regresó
muy enfadado a su guarida, sin apercibirse de que lo seguía Hassan, pues cada
vez que Alim se volvía a controlar si alguien seguía su vuelo, Hassan se paraba
en forma de matorral y de esa manera pudo descubrir el escondite del aquel
maldito mago que tenía aterrorizados a todos los vecinos de la comarca.
Hassan
se aseguró bien de que el mago penetrara en la cueva e ideó la forma en que
podría acabar con aquel malvado. Tuvo la idea de amontonar ramas y troncos en
la entrada de la cueva y sin pensárselo mucho frotó dos palos sobre una piedra
y prendió fuego a una gran hoguera que ahumó el interior de la cueva de donde
se oían grandes gritos del malvado mago Alim, que sorprendido por semejante
hecho fue respirando el humo perdiendo el conocimiento por completo y
asfixiándose en pocos minutos.
Hassan
todavía temeroso, cuando se apagó la hoguera, entró en la caverna armado con un
gran palo por si aparecía el mago. Pero el mago yacía en tierra en medio de un
gran charco de espeso líquido amarillo que era su maldad.
El
mago Alim murió y Hassan fue el gran héroe de aquella martirizada comarca donde
nunca más volvieron a desaparecer personas.
Pero
de aquel líquido viscoso amarillo salieron volando unos destellos terroríficos
que se extendieron por el aire. Y todavía en nuestros días siguen vigentes e
impregnados en la calenturienta mente de muchos malvados que hay repartidos por
todo el mundo.
Elda 20 Enero 2019
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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