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MI CÁTEDRA RUTINARIA
En mis paseos diarios por el pueblo,
camuflado tras mis gafas oscuras
y protegido por mi gorra de abuelo;
me cruzo con personajes carismáticos.
Me llaman la atención los asiduos a los
bares,
adictos a la silla, al tercio y al vino tinto,
cuya tertulia diaria hace levitar a un
muerto.
También soy consciente de los pedigüeños
callejeros,
donde sin entrar en valoraciones,
veo que sustentan a corpulentos elementos,
que con aguantar 8 horas diarias de
plantón en invierno
tienen ganado el paraíso eterno.
Me fijo en la costumbre generalizada de
los conductores,
de no marcar casi ninguno los
intermitentes
como obliga el reglamento,
faltando al respeto al viandante que no
sabe a que atenerse.
Siempre me cruzo con algún deportista
que con voluntad y sacrificio,
absorto tan solo en cumplir su objetivo,
corre cuesta arriba con la firmeza de un
legionario.
Camino disfrazado de viejo distraído
sin que la mayoría me reconozca,
saludando sin agobios a quien me apetece
y huyendo de los amigos falsos.
Aprendo en la universidad de la calle,
examinando todas sus circunstancias,
recolectando valores gratis que la gente
me regala.
Elda 26 Enero 2019
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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