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VISITA A SAGUNTO
Murallas de metro y medio,
que tras nueve meses de asedio,
hicieron temblar los cañones.
Y los saguntinos se dieron por muertos,
en cuanto vieron el gran boquete
que abrió el cañón en su muralla.
Y Aníbal cansado de tantos meses de asedio,
y tantos hombres perdidos en aquella plaza,
maldijo a los saguntinos y los pasó por
las armas.
Mujeres y niños se lanzaron al fuego
y los valientes defensores
cayeron batiendo sus espadas.
No quedó dentro de las murallas
nadie que lo contara,
tan sólo cenizas… y almas que volaban.
Ahora las piedras de la fortaleza,
cuando han pasado siglos de su grandeza
rezuman odio y tristeza.
Siendo testigos de la verdad,
el cielo azul que las contempla,
e infinidad de estrellas.
Elda 10 Marzo de 2019
Jesús Gandía Núñez
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