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miércoles, 3 de octubre de 2018

El aro de Pepillo


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El aro de Pepillo

Rodaba Pepillo su aro,

con un pantalón desgastado
y zapatillas que daban pena.


Pero era feliz a su manera,
corriendo tras la rueda,
por la calles sin asfaltar de su pueblo.

No tenía padre ni abuelo,
pero en su casa recibía
todo el cariño de su madre
y la sabiduría de su abuela.

En la escuela Pepillo no era una lumbrera,
sólo estaba en el pelotón de cola;
sin embargo lo tenía
en gran estima su profesora.

Y es que Pepillo
lo que no captaba en los libros
lo aprendía de su abuela.

Desde muy pequeño
la acompañaba a la huerta;
y allí se empolló
de lo importantes que eran
los alimentos que daba la tierra.

De eso, entendía más que ningún niño de aquella escuela;
sabía cuando se plantaban
toda clase de verduras
y cuándo debían recoger la cosecha.

Creció Pepillo y faltó la abuela;
y el se hizo cargo de la huerta.

Siguió sus estudios,
siempre investigando
nuevas técnicas.

Y por fin consiguió descubrir
¿Cómo conseguir dobles cosechas? Y...
¿Cómo mejorar el producto
a base de mimar la tierra?

Y así se hizo un nombre en la
comarca;
y fundó en su pueblo una
gran empresa;
y de toda la provincia
acudían a comprar productos...

 que llevaban un aro en su etiqueta.

Elda 3 Octubre de 2018
Jesús Gandía Núñez

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