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Silencios que
cortan el aire
Siempre me gustó el silencio,
hasta que comprobé su amargura.
Qué duro es el silencio por la
ausencia;
que triste estar sólo y sin consuelo.
Hay silencios que matan poco a poco,
sobre todo cuando no hay diálogo,
y es la indiferencia el cruel
silencio
que sin compasión martiriza y golpea.
Otros silencios son más benignos;
se alejan conscientes de su torpeza,
y con el olvido pretenden justificar
su ausencia
y el perdón de los ignorados.
Un minuto de silencio en el tanatorio
corta el aire que respiramos,
y da tiempo a que repasemos
la vida entera del finado.
Un silencio tras una disputa de
familia,
te puede llevar a años incomunicados;
rompiendo lazos de sangre
y la bonita relación de hermanos.
Pero el silencio más infernal
es cuando hablando en público
te quedas mortalmente en blanco
fulminado por jugarretas de la
memoria.
Elda 15 Octubre 2018-Jesús Gandía
Núñez
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