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Son como descargas eléctricas
que me recorren todo el cuerpo.
Son sensaciones cargadas de energía
que me dejan desprotegido y a la deriva.
Sensiblero que es uno, ¡Y no me arrepiento!,
Cuando la fibra se altera, nada detiene el proceso,
se desencadenan los sentimientos
y se humedecen las ojeras.
Y es que hay cosas en la vida que me superan.
Hasta el renacuajo de una charca
que nada con sus hermanos en busca de su madre
puede alterar el biorritmo de mis emociones.
El sol en su ocaso o la luna llena,
son capaces de ponerme a cien por hora.
Incluso el capullo de una rosa que eclosiona
me hace sentir la plenitud de la primavera.
Pero nada como la mirada tierna de mi nieta pequeña;
eso es como el que atraviesa el arco de triunfo
o el que tiene la fortuna de encontrarse una sirena
ofreciendo cantos gregorianos al rey Neptuno.
En fin, que hay cosas que me superan, me desarman
y me convierten en una esponja;
sin mejor consuelo,
que los ojitos de mi nieta pequeña
Pinar del Trinitario 28 Diciembre 2018
Jesús Gandía Núñez
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