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jueves, 13 de junio de 2019

LA TERNURA DEL GRANDULLÓN



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LA TERNURA DEL GRANDULLON (Relato)
Sergio tenia 7 años cuando sus padres, venciendo sus miedos, decidieron tener otro hijo. Y cuando nació Belén, su hermano mayor ya había cumplido 8 añitos y se debatía a diario con sus compañeros de educación especial en aquel colegio donde todo eran cariños y ternura.
Belén fue creciendo a la sombra de aquel chico corpulento que la quería a rabiar. Sergio donde únicamente se sentía ignorado era con los chicos de su calle que apenas contaban con él para nada. Siempre su madre atenta a los desaires de sus vecinos, lo llamaba con el pretexto de que cuidara de la pequeña Belén. Ésta era el osito de peluche de Sergio y la niña se sentía feliz en sus brazos.
Belén acababa de cumplir 18 años y se disponía a ingresar a la universidad con unas excelentes notas. Desde que acompañaba a su madre, a recoger a Sergio a su escuela, siempre tuvo la intención de ocupar el puesto de una de las profesoras de Sergio y ahora había llegado el momento para conseguirlo. Creció en ella tanto la ternura y el apego a aquellos niños necesitados de cariño que no lo pensó dos veces y se matriculó en magisterio para educación especial.
Aquella tarde como otras tantas salió de paseo con el grandullón de su hermano, por aquel solitario parque a las afueras de su barrio. Y cuando ambos susurraban una de las canciones infantiles que le gustaban a Sergio, se les acercaron tres jóvenes que provocaron a Belén con gestos obscenos y se burlaron de Sergio, a lo que ella replicó autoritaria y con genio para alejarlos. Estos siguieron insistiendo para intimidarla y Sergio que hasta entonces les había reído las gracias, al ver enojada a su hermana y zarandeada por uno de los chicos, se levantó y lo agarró por la sudadera separándolo de un empujón de Belén como si fuera un pelele.
Los otros dos chicos intentaron agredirlo, pero sus golpes lo único que conseguían era enfurecer más y más a Sergio, que acabó poniéndolos pies en polvareda. Mientras, su hermana, había llamado con su móvil a la policía que apareció en cinco minutos
Aquel primer susto de Belén no fue a mayores y a partir de entonces tuvo muy claro que no debía andar sola por según que sitios solitarios y que Sergio era su ángel de la guarda.




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