EL CID VERSO A VERSO

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EL CID VERSO A VERSO

Me he propuesto hacer algo que no debía de hacer por descabellado;
subir a la Silla del Cid en solitario, pero lo haré verso a verso,
curva a curva, con la serenidad que la experiencia me ha dado.
Sintiendo de nuevo el arrullo y las caricias de la montaña,
que apagan los quejidos y los lamentos que me acompañan,
y explotando la sed de naturaleza que hay contenida en mi alma.
A mi paso lento las piedras se van ladeando y los espinos se apartan,
matojos y arboleda inician una alegre danza de esperanza.
El camino se encrespa mientras la mañana avanza,
y a mi alrededor revolotean mariposas en alegre desbandada.
El tomillo y el romero me regalan su exquisito aroma
y la carrasca mediterránea está esperando lucir sus bellotas.
Desde el Hombro del Cid para arriba, la dificultad se incrementa
y tras breve descanso, escribo estos versos que mis dudas espantan.
En la próxima revuelta, llama mi atención un cardo solitario,
que a pesar de su bonita flor morada se siente abandonado;
igual que el cardo sigo yo mi camino solitario entre verso y verso
y en un zig-zag del sendero, tras un reposo a la sombra, vuelvo a escribir de nuevo.
Ya se divisa la cima y sólo me resta el último tramo.
Piso la cumbre sintiéndome mucho mejor acompañado,
acaban de terminar la ferrata de la Norte, un grupo emocionado,
con su equipo de arneses y cascos… y ojos con brillos de gloria,
con la cara sudorosa y el corazón a cien por hora.
Nos envuelve a todos la brisa del mar cercano, y nos rodean…
el Maygmó,  Alt de Guissó, Catí, La Foradá y sierra del Caballo
y por último nuestros montes más cercanos Camara y las Barrancas
y no me olvido del humilde monte de Bolón, por mí tan querido y trillado.
La poesía cubrió los huecos que en mi dejó la montaña
y en la montaña, son los versos los que me han propiciado la calma
y esta paciencia espartana… para poder volver a disfrutarla.

Elda 1 Junio 2019
Jesús Gandía Núñez