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SIEMPRE UN GATO A MANO
Corría la cucaracha huyendo de la rata,
con la respiración entrecortada.
La rata se relamía la lengua a cada quiebro,
la cucaracha iba perdiendo fuerzas y distancia;
pero apareció “Min” el gato de la casa,
y la rata no tuvo más remedio
que poner pies en polvareda.
Y así ocurre a diario en el escaparate de la vida,
nadie estamos a salvo,
de las feroces fauces de cualquier engaño.
Así que procurad tener siempre un gato a mano,
para que no os devoren los roedores malsanos.
Elda 18 Julio 2019
Jesús Gandía Núñez
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