Chuspamontes,CEEmontes

jueves, 4 de julio de 2019

UNA TRAVESURA CON ACIERTO


793



UNA TRAVESURA CON ACIERTO (Relato para I Antología de G.P.)
  Miguel y Juanito, eran dos grandes amigos y compañeros de escuela, vivían en un pueblo paradisíaco, al pie de la sierra y por las afueras discurría el río Cortado, que rara vez lo habían visto seco, y aunque su caudal no era muy importante cumplía perfectamente para abastecer las necesidades de riego de la huerta del pueblo. Y además era el lugar por donde los chiquillos jugueteaban a sus anchas, pues en sus márgenes había grandes prados donde jugar y revolcarse.
  En la época veraniega, y en el azud de antes de llegar al puente que cruzaba la carretera, los niños se bañaban por las tardes cuando ya no tenían escuela. Pero aquella tarde Miguel y Juanito, cansados de aquella rutina, se pusieron de acuerdo y siguieron ladera arriba. Sabían que a media altura de la montaña, y donde no llegaba ninguna pista ni carretera,  existía un caserón deshabitado  
del que les habían contado sus familiares muchas historias antiguas. Aún ahora comentaban algunos que por las noches se veían luces que se apagaban y se encendían.
  Miguel y Juanito no dijeron a nadie a donde se dirigían, por descontado a sus padres tampoco. Cuando se estaban acercando temerosos a aquellas ruinas pudieron escuchar una conversación que apenas entendían; se escondieron asustados tras los matorrales y pudieron ver como parecía que discutían dos hombres de mediana edad y con aspecto algo desaliñado, pero de complexión fuerte.
  El aspecto amenazante de aquellos hombres junto a dos escopetas que no sabían, los jóvenes de 12 años, muy bien qué clase de armas eran, los pusieron en guardia. Aguantaron la respiración todo lo que pudieron y al final llegaron a entender una frase al más alto –“No podemos seguir aquí más días, la gente del pueblo se puede mosquear y descubrirnos. Será mejor que esta noche aprovechemos para llegar a la carretera y hacernos con un coche para huir lejos, después de una semana no creo que nos vayan a buscar tan cerca del atraco”- y el hombre más bajo, pero muy corpulento contestó – “ El plan era quedarnos aquí unos días mientras se calmaban las pesquisas, ahora ya no aguanto más en este sucio agujero sabiendo que con este dinero podemos disfrutar de los placeres del Caribe sin que allí nadie nos encuentre jamás”-
  Ambos hombres entraron en la casa y los niños aprovecharon para salir corriendo para el pueblo y contar a sus padres lo que habían descubierto.
  La regañina de los padres fue tremenda, pero actuaron con rapidez dando parte por teléfono a la guardia civil, quien les advirtió que no se acercara nadie a la casa, pues eran unos delincuentes muy peligrosos, que habían atracado un banco de una población cercana y habían herido a un guardia.
  En menos de media hora llegaron al pueblo varios furgones de policía, que una vez informados por Miguel y Juanito del lugar donde estaban los atracadores, consiguieron sorprenderlos y detenerlos sin disparos ni violencia. Y los niños siguieron con su baño diario sin intentar nuevas aventuras.

Elda 4 Julio 2019
Jesús Gandía Núñez











































No hay comentarios:

Publicar un comentario