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ROMANCE PASTORIL
Ginés acompañaba cada día a su rebaño,
subía loma arriba cantando,
canciones que le enseñó su abuela,
cuando lo llevaba a la escuela.
Da órdenes a sus perros con silbidos o flauta,
y estos amedrentan a las ovejas,
controlándolas para que no se pierdan,
ni se metan en propiedades ajenas.
Su ilusión es llegar a la casita blanca,
situada sobre la colina,
donde Margarita a diario lo espera,
porque hace un año que festean.
El pastor le ofrece un ramito de orquídeas,
que recoge en su recorrido hasta la colina,
y Margarita se lo agradece con un beso y una sonrisa,
quedando el mozo hechizado para toda la jornada.
Terminaron los años luminosos,
porque la joven quiere estudiar biología,
y Ginés ve con enojo,
cómo parte a otra ciudad Margarita.
Ambos, al principio, se escriben cartas
húmedas de lágrimas,
y llenas de apasionadas palabras,
hasta que la joven se cansa.
Poco a poco, la tristeza vence a Ginés
y su cabeza da vueltas, y le estalla
pensando en su amada,
hasta que la locura lo alcanza.
El pastor, ni canta, ni silva, ni toca la flauta,
sus perros hacen el trabajo,
y tiemblan en la casa blanca,
porque cada vez que pasa,
escuchan un enorme grito de rabia.
Elda 14 septiembre 2022
Jesús Gandía Núñez
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