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SILENCIOS DE FUEGO
Aquella noche sin luna
invité a un millón de estrellas
para que fueran testigos mudos
de nuestra noche en vela.
Cerraste los ojos
para que estuvieran ausentes
y no delataran la exquisitez de tu orgasmo.
Después te abandonaste
al firmamento que nos cubría…
y mis labios resbalaron ombligo abajo,
deteniéndose en todas tus comisuras,
saboreando el elixir perfumado
de tu flor más hermosa.
Y las onduladas curvas de tu figura
se retorcieron de placer mundano,
aceptando mis suaves acometidas
y los mil besos que te hechizaron.
Aquella noche se apagaron las estrellas
para no interrumpir nuestro sensual abrazo
y mis manos enredadas en tu cuello
sellaron nuestros labios con silencios de fuego.
Elda 13 febrero 2019
Jesús Gandía Núñez
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