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Lo cotidiano
Tras seis meses enclaustrado
todo parece nuevo en mi paseo:
las aceras mucho más anchas,
las calles excesivamente largas
y mi paso más que torpe lento.
Todo es nuevo…
El viento que acaricia mi cuerpo,
el ruido de los coches y el ajetreo,
de la constante sirena de los bomberos.
Todo me resulta nuevo…
La abuelita sonriente que pasea al nieto;
el griterío de los niños
cuando paso junto al colegio;
la frescura de la sombra
donde planea la paloma
y hasta los ancianos sentados,
hablando de sus historias
al sol, en un banco del paseo.
Sí, todo es nuevo…
Quizá esté la felicidad en lo cotidiano
y con nuestras prisas…
la dejamos pasar de largo.
No me ha venido nada mal
estar un tiempo enclaustrado.
Elda 19 de Enero de 2018
Jesús Gandía Núñez
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