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VOY NECESITANDO SALIR DE MI TERRAZA
A lo lejos se escuchan las
campanas de Santa Ana,
de Petrer me llega el sonido de
la Santa Cruz
y más cercanas y a todo bombo
las de la Inmaculada.
menos mal que no están
sincronizadas
y suenan algún minuto que otro
separadas.
Vuelve la circulación a ser
fluida en el barrio
y se acabó el silencio que me
acompañaba,
la calle ha vuelto a tener
vida,
aunque sea a través de las
mascarillas,
y parece que no haya pasado
nada.
Pero sí, enfrente y al lado,
con una casa de por medio,
se nos han ido dos amigos del
vecindario,
no por síntomas de Coronavirus,
sino por difíciles
circunstancias sanitarias,
que por falta de atención en el
confinamiento, se agravan.
Así que me refugio entre flores
y plantas,
regando cuando hace falta, o
escribiendo
de forma improvisada, lo que se
me ocurre cada mañana.
Y hoy mi preocupación no es
otra, que la temperatura tan alta;
se acerca el verano y se
amilanan las plantas de la terraza.
Campanillas, geranios, azucenas
y adelfas
irán perdiendo su esbelto traje
de primavera;
preparándose para una seca
temporada;
cambiarán sus vestidos de
terciopelo y seda
por vulgares batas de estar por
casa.
Y nosotros, con paciencia, conquistaremos de nuevo la playa
con la precaución y protecciones necesarias;
yo ya estoy pidiendo cita “de parcela”, antes de que me derrita,
porque voy necesitando, como la mayoría de la fauna,
la vitamina y el salitre que el mar nos suministra.
Elda 11 Junio 2020
Jesús Gandía Núñez
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional.
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