LA PALMERA
SALVADORA
Eres la
decoración exótica del paisaje,
el florero de una
mesa, que es la playa,
la sombra plácida
que del sol me guarda,
reina adusta que
gobierna solitaria.
Me cobijo sin
remilgos bajo tus palmas,
aprovecho el
dibujo de tu sombra escasa,
porque si no
fuera por esa enorme gracia,
la piel de mi
cara estaría enrojecida y quemada.
No sería capaz de
bajar hasta la playa;
te contemplaría,
en la distancia, desde casa
y solo bajaría
los días de borrasca;
porque es mi piel
melindrosa y blanca.
Así que te nombro
ángel de la guarda,
talismán que
protege la piel delicada
y alivio sobre la
ardiente arena que abrasa
soportando
temperaturas de condena.
Por eso tu sutil
y eterno contoneo
me atrae como la
flor a la mariposa,
como la abeja a
la colmena,
o mi deseo de
resguardarme a tu sombra.
San Juan 30 Julio
2020
Jesús Gandía
Núñez
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