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SE ACABÓ
Sí… ya no tengo las piernas
ágiles
que subían y bajaban montañas,
compitiendo como un Ferrari,
ni los brazos tensos y fuertes
que progresaban firmes por las
aristas.
Ahora soy un abuelo quejica
víctima de mis ilusiones
perdidas,
vapuleado por objetivos
desiertos,
que se refugian en su memoria
soñadora
para no caer en el desaliento.
Ayer me di cuenta entrando en
el mar
de mi falta de equilibrio de mi
inestabilidad,
de mi acariciar el agua sin
apenas avanzar,
de caminar por la arena
como tortuga que va a desovar.
Si amigos, se acabó el
deportista, el aventurero,
de él solo queda la foto de
recuerdo.
Con eso me quedo. Olvido los
malos ratos,
y recupero el sentido correcto;
viviré el presente con los
buenos momentos.
San Juan 9 Julio 2020
Jesús Gandía Núñez
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