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miércoles, 9 de diciembre de 2020

EL PODER DE LOS GENES


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EL PODER DE LOS GENES

 

Alegre y sonriente caminaba de niña a diario,

por el sendero que enlazaba con el bosque,

entre ocres viñedos y hermosos olivares.

No llevaba ninguna dirección concreta,

pero sus ojos eran una esponja viviente

que acumulaba toda la belleza del entorno.

No era algo inusual ni improvisado,

era innato en ella, ese afán de aprendizaje,

que llevaba a cabo sobre la naturaleza.

Desde muy chiquita le enseñó su abuelo

a amar y escudriñar todo lo que la rodeaba,

tomando nota de cualquier bicho viviente.

Se convirtió en una verdadera experta

que dominaba tanto matorrales

como árboles de la zona y animales.

Regresaba a casa con información detallada

que contrastaba con su abuelo,

y éste se sentía muy satisfecho con su nieta.

Creció la niña y terminó la escuela,

se formó en la Universidad más cercana

y habiendo heredado experiencia tan sabia,

pronto se convirtió en gran ingeniera agrónoma.

Y aunque su abuelo no pudo ser testigo de ello,

pues muy pronto pasó a mejor vida,

ella se propuso darle a su pueblo riqueza.

Experimentó con nuevos cultivos,

montó una cooperativa agrícola

y la granja más hermosa de la comarca.

Aumentó la población del pueblo,

y dio trabajo a los agricultores cercanos,

todo gracias al abuelo enamorado de la naturaleza.

 

Elda 9 de Diciembre 2020 

Jesús Gandía Núñez

 

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