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NO ES TUYA, HASTA QUE NO ESTÁ EN LA OLLA
Salta y regatea la brava liebre
cuando el podenco la persigue,
el cazador sonríe convencido de que la atrapa,
pero se equivoca
y la liebre se escapa entre las matas.
Así muchas veces en la vida,
creemos tener ganada la partida,
pero se saca el adversario un as de la manga
y nos quedamos a dos velas.
Hasta que no tengas la liebre en la cocina
no te ufanes de la buena caza,
ni de las promesas recibidas
hasta que no sean efectivas.
Tampoco creas que hará buen día
porque amanezca un sol que encandila
porque puede haber tormenta
pasado el mediodía.
Así que no hagamos cuentos de la lechera,
si no llevamos la jarra bien sujeta,
porque por un simple tropezón
se puede aguar la fiesta.
Elda 24 Diciembre 2020
Jesús Gandía Núñez
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